Recojo en el hotel
- Horario
- Primer día: 6:00 a.m.- pernocté
- Segundo día: 05:00 a.m -10:00 pm
- Cusco - Santa teresa - Aguas Calientes
Bajo el abrazo matinal de los Andes, el día comienza con la promesa de aventuras inolvidables. Entre las 6:00 am y las 7:00 am, un vehículo se desliza por las calles de la ciudad, recogiendo a los ansiosos viajeros desde la comodidad de sus hoteles, marcando así el preludio de una experiencia única.
El telón se levanta con la introducción apasionada e informativa de nuestro guía, quien se convierte en el narrador de esta odisea. Las indicaciones del tour despiertan la curiosidad de los aventureros, preparándolos para la jornada que se avecina. A las 8:00 am, el motor del viaje se enciende, y el grupo se embarca en una travesía rumbo a Hidroeléctrica, un trayecto que promete revelar paisajes dignos de suspiros.
El reloj avanza y, alrededor de las 9:00 am, la caravana hace una parada técnica en Ollantaytambo. Este punto estratégico no solo marca un respiro en el camino, sino también un encuentro con la historia y la arquitectura que dan vida a este rincón de los Andes peruanos.
El reloj avanza, y con el sol en su cenit, el grupo arriba a Hidroeléctrica, un lugar donde la energía fluye tanto como el río que lo acaricia. Es aquí, alrededor de la 1:00 pm, donde la paleta de sabores locales se despliega en un almuerzo que recarga las energías de los viajeros.
La jornada no termina aquí; la próxima etapa es una caminata hacia Aguas Calientes, una oportunidad para aquellos que deseen tomar el tren opcional y sumergirse aún más en la majestuosidad del entorno.
Con el sol poniéndose, los viajeros se acomodan en sus respectivos hoteles en Aguas Calientes, un lugar donde la magia de Machu Picchu se siente en el aire. La tarde se despliega como un lienzo en blanco, dejando espacio para la exploración personal y la absorción del encanto de este pintoresco poblado.
La oscuridad llega, pero la jornada aún no ha revelado todos sus secretos. Una reunión informativa con el guía ilumina la noche, marcando el camino para la visita a Machu Picchu. La expectación se cierne sobre Aguas Calientes, pero la promesa de la maravilla inexplorada despierta una mezcla de emoción y asombro.
La noche en Aguas Calientes se convierte en una paleta de sueños, donde las experiencias del día se entrelazan con las expectativas del mañana. En las sombras de los picos andinos, los aventureros se sumergen en el abrazo acogedor de sus hoteles, preparándose para el despertar que revelará las maravillas que solo Machu Picchu puede ofrecer.
- Aguas Calientes - Machupicchu - Cusco
En el albor del segundo día, el aroma tentador del desayuno en el acogedor hotel de Aguas Calientes invita a los viajeros a recargar sus energías antes de la próxima odisea. La jornada despierta con la promesa de descubrimientos, y tras el sustento matutino, la aventura comienza con una caminata hacia el icónico Machu Picchu, un sendero que serpentea entre la exuberante vegetación, llenando los pulmones de aire fresco y el alma de anticipación.
Aunque la caminata a Machu Picchu es un viaje en sí mismo, aquellos que prefieren una travesía más tranquila tienen la opción de tomar el traslado en bus, una oportunidad para disfrutar de los paisajes sin esfuerzo físico. Así, el camino se convierte en una danza entre la naturaleza y la comodidad, cada paso o cada curva del camino revelando un nuevo fragmento de la majestuosidad de los Andes.
La llegada a Machu Picchu es un momento que deja sin aliento. Con el reloj marcando las horas mágicas, la visita guiada comienza, desentrañando los misterios y la historia que yacen entre los imponentes muros de esta maravilla arquitectónica. Dos horas se deslizan como un susurro en el viento, dejando a los visitantes envueltos en el encanto ancestral de este lugar.
El mediodía trae consigo el retorno al pintoresco pueblo de Aguas Calientes, donde el bullicio de la plaza principal se mezcla con las risas y los murmullos de los viajeros que comparten sus experiencias. El día aún no se ha despedido por completo, y la tarde se abre a nuevas posibilidades.
La caminata de regreso hacia Hidroeléctrica, o la opción del tren para aquellos que deseen una despedida más pausada, marca el inicio del adiós a este rincón sagrado de los Andes. El almuerzo en Hidroeléctrica sirve como un último banquete de sabores locales antes de emprender el viaje de retorno a Cusco.
Con el sol ocultándose tras los picos que han sido testigos de la travesía, el viaje de regreso se convierte en un viaje introspectivo, donde los recuerdos del viaje se entrelazan con el paisaje que se desvanece en el horizonte. La llegada a Cusco marca el fin de este capítulo, pero las imágenes, los sonidos y las emociones perduran en el corazón de aquellos que se aventuraron a explorar las maravillas de Machu Picchu.
